Tienes una facilidad para decir no que cuesta incluso escucharte un sì

Tus ojos caen duros sobre mi humanidad y la de otros

como cascadas de piedras sobre valles de estiercol

Las piedras de tu puntualidad e intransigencia quiebran todo bajel de ideas

No sé por qué te quiero, te pienso tan lejana y tan absurdamente ajena...

de mì no tienes nada! Te pareces apenas en los ojos, o en la boca, o en las manos, asì como todos los humanos nos parecemos.

Yo de tì apenas tengo algo,

una mirada inquieta, una pregunta sin respuesta, un azar.

Miro en mi recuerdo los trazos duros de tu cara y no veo nada que se parezca a un cordero,

veo en éllo espadas, gritos, rojos, amarillos, unas bestias fauves que ni siquiera se dignan en atacarme.

No valgo nada, sé que jamàs he valido nada...

sé también que a veces lo valgo todo: no por mì sino por lo tuyo, porque sé bien que lo tuyo sì cuenta.

Sé que odias al fascismo sin que me lo digas, pero también sé que te deleitas con tus tiranìas, con tus soluciones ràpidas.

Sabes que el mundo es de colores, pero te lo recreas en blanco y negro.

 

Te miro y me miras, impàvida tù, agobiado yo...

en algùn lado tus labios aceptan los mìos por un càlculo incalculable e incalculado

No tienes flores en los ojos, ni rocìo en las manos, me agitas con tus palabras y me llenas de pobres dudas

Dudo, con rumbo solitario, me interrogo, me miro contra el vidrio de mil espejos

Me miro en tus ojos opacos, buscàndote el brillo por dentro

Sé de tu brillo porque a veces te revienta tanta imperturbabilidad

Y sales corriendo como un niño a la salida del colegio

Me murmuras al oìdo palabras de carrusel y me tomas de la mano alegre

Sé que no lo valgo, que apenas soy un momento

Que la vida ha de continuar en las paredes de las iglesias, en las plazas, en la calle

Sé que mañana, igualita, iràs por los mismos senderos

buscando lo que no se te ha perdido: vos sos la costilla!

No hay remedio porque no hay enfermedad

La belleza es iracible, la alegrìa mata al corazòn a su manera

Tu los matas a todos, con una colt brillantìsima que en señas a los incrédulos. Disparas en espiral y sales a recojer tus preciadas balas, ràpidamente pero sin afàn, y miras los huecos que cavan en las cosas, en las carnes, en los huesos y admiras tanto filo, tanta agudeza.

Te gustan los perros irrespetuosos, la indiferencia de las hembras, la oscuridad de los densos montes, te gusta jugar con los colores y con la gente, te gusta jugar.

Vas cantando amorosa la canciòn de la vida profunda y enamoras a otros sin querer enamorarte.