mi padre solìa matar conejos los domingos
mi hermano y yo lo acompañabamos
hasta el fondo del jardìn
y al llegar a la hilera de las jaulas
sentìamos siempre
una agitaciòn de patas y de orejas
con expresiòn seria mi padre
observaba la jaula de los machos adultos
nosotros acariciàbamos a los pequeños conejos
a través de la malla de alambre
luego cogìa a uno por las orejas
lo llevaba bajo la higuera màs cercana
y lo ataba a una nudosa rama gris
tras un golpe seco en la nuca
la agitaciòn cesaba
los desorbitados ojos rojos eran siempre el anuncio
de la risa del conejo