Heme aquì, de regreso en Canadà después de una estadìa de un año universitario en Francia y de haber pasado
el verano en México y Colombia. Durante un año de viajes a diestra y siniestra comprobé que el viejo y popular adagio: "los
viajes ilustran", es màs que cierto. Lo primero que me viene a la testa como principal aprendizaje de viaje es la sencilla
y bàsica reflexiòn de que en realidad, a pesar de las evidentes diferencias culturales, a fin de cuentas, todos los humanos,
todos, somos iguales. Me refiero a que nosotros, hombres y mujeres, homo sapiens sapiens, tenemos todos las mismas necesidades
biològicas, las mismas preocupaciones y ambiciones, los mismos sueños y pesadillas, las mismas capacidades intelecuales, etc.
Esta realidad palpable es tan fàcil de constatar, si se tiene voluntad, pero tan difìcil de concebir y aceptar ya que siempre
nos esforzamos por querer ser diferentes, por ser los mejores, los màs guapos, por ser màs competitivos, productivos e inteligentes.
Pero a fin de cuentas, por màs que luchemos, todos somos biològicamente iguales, lo cual hace que nuestras necesidades bàsicas
sean idénticas. Es verdad que la memoria colectiva de cada grupo cultural crea ciertos comportamientos propios a cada cultura.
Sin embargo, en el fondo, al tener las mismas necesidades esenciales todos los seres humanos somos igual de indefensos y vulnerables
ante la vida. ?Cuàntos conflitctos no podrìan evitarse si comprendieramos que las diferencias culturales que nos etiquetan
y clasifican son sòlo superficiales?
La historia universal nos enseña que el mundo actual no es màs que el fruto de la vanidad humana y el deseo
de ser superiores y poder dominar a los demàs. Por ejemplo, Aristòteles estaba convencido de que los esclavos y las mujeres
eran inferiores a los ciudadanos y filòsofos, es por esta razòn que solo éstos podìan tomar las décisiones polìticas. Siguiendo
esta misma linea de ideas, el pensamiento del filòsofo alemàn Leo Strauss se basa en la creencia de que sòlo una élite es
capaz de poseer las verdades fundamentales y que a la sociedad se le debe decir mentiras consoladoras, de lo contrario se
pondrìa en peligro el orden social y las creencias morales. Segùn Strauss, sòlo las personas superiores, los erùditos, deben
posséer el poder polìtico. De acuerdo, es un hecho de que en una sociedad, asi como en cualquier trabajo de grupo, hay siempre
uno o varios lìderes que dirìgen las acciones comùnes. Siempre hay alguien que tiene màs determinaciòn, coraje y fuerza de
voluntad que los demàs, es por eso que a éste se le nombra lìder. Pero en realidad todos tenemos las mismas capacidades, solo
que nuestra experiencia de vida ha hecho que tengamos diferentes personalidades, lo cual hace que ocupemos diferentes cargos
en la sociedad. Un ejemplo claro de esto es el caso de la emancipaciòn de las mujeres. Debemos recordar que desde épocas remotas
al sexo femenino se le ha considerado ser inferior: "el sexo débil". En muchas sociedades aun se creé que las mujeres no tienen
las mismas capacidades intelectuales que los hombres. Si no ha habido tantas mujeres ilustres como lo ha habido de hombres
es porque la educaciòn y la tradiciòn ha obligado a que la mujer tenga un rol pasivo en la sociedad. La finalidad de las mujeres,
segùn Aristòteles, no ha sido obtener la gloria ni la sabidurìa, su fin ha sido el placer, ése que tanto aborrecìa el filòsofo
griego. De igual manera el credo filosòfico en la superioridad de una élite o "raza" ha dado origen a pràcticas dominadoras
como la esclavitud y la colonizaciòn, triste destino de nuestra América Latina.
Es difìcil imaginar un mundo sin vanidad y sin deseo de dominaciòn. En el reino animal el que sobrevive es
siempre el màs fuerte, el que domina y defiende su territorio. En el modelo de sociedad occidental la competencia y la vanidad
son conceptos altamente valorizados. El que no lucha por ser mejor a los demàs se lo lleva la corriente, asi como al camaròn
que se duerme. El paìs que no se adapta y alinea a la lògica capitalista se hunde y lo dominan, tal y como lo ilustra claramente
David en su aporte sobre el valor agregado. América Latina ha tenido que emplear la misma estrategia mercantilista para no
ser arrasados por las potencias capitalistas. Nuestros paises han tenido que utilizar las mismas armas que el enemigo para
no dejarse dominar, para competir y demostrar que podemos ser mejores, mejores que "ellos". Yo me pregunto si en el fondo
?es verdaderamente necesaria la vanidad y la competencia? ?Qué pasarìa si todos nos consideraramos en un plano de igualdad
y que asì respetaramos concientemente las superfluas diferencias culturales? ?Qué sucederìa si dejaramos de ser jactanciosos
y que no nos importara si nuestro compañero de clase tiene mejores notas o si nuestro vecino gana màs dinero? Hemos
hecho de este mundo una lògica de apariencias. Pero al final del tùnel, todos al mismo hoyo vamos a parar ...
P.D. Y ?Qué pasarìa si no desearamos tener màs de que lo que necesitamos para vivir? ?Qué tipo de régimen
econòmico y polìtico serìa capaz de organizar tal sociedad? ?La anarquìa? (seductora utopìa).
"Ce qui nous rend la vanité des autres insupportable, c'est qu'elle blesse la nôtre".
- La Rochefoucauld.
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