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Maria Fernanda Cardoso- Cementerio-vertical, parte de la exhibición "Making Choices" en el MOMA |
Conforme a mi penitencia, visité el nuevo pabellón del Museo Botero en
Bogotá.
Se trata de una estructura llamativa, con jardines interiores y pintura
muy blanca, muy agradable.
En la entrada al nuevo pabellón hay una fuente que consiste en un monolito
de marmol que parece un enorme meteorito rectangular, bañado en constancia por olas de agua que se deslizan apacible
y constantemente por su superficie y le dan a uno ganas de acostarse a dormir.
Dentro del edificio, aprecia uno unas dimensiones altísimas. El techo
es muy alto y todo tiene una gran blancura. En cuanto a la exposición de la artista Cardoso, desde que uno sube las escaleras
para ingresar en la sala, una obra suya lo observa incrustada desde la pared que sostiene dichas escaleras en el costado derecho.
Se trata de unos árboles blancos en miniatura insertados en la pared, dentro de cuadrados, también blancos, que
parecen cuadras de ciudad. Son árboles blancos y pronto una leyenda revela el nombre de la obra: "Cementerio, jardín vertical",
obra expuesta para la llegada del segundo milenio, en el Museo de arte moderno de Nueva York.
Pero antes de continuar se hace necesaria una inroducción de la
exposición y de la artista.
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Cardoso coordinando la instalación de su retrospectiva |
Maria Fernanda Cardoso nació en Bogotá en 1963. Reside
en Australia. Estudió música en la Universidad Nacional de Colombia entre los años 70 y 80. Luego estudió arte y se graduó
en 1986. Al año siguiente ingresó, para especializarse en escultura, en el Pratt
Institute de los Estados Unidos. En 1990 recibió la maestría en escultura de la Yale University School of Arts, Haven, EUA.
Cardoso lleva a cabo una subversión de los cánones minimalistas.
Usa huesos, estrellas de mar, ranas disecadas en lugar de tubos o cajas de acero que son los típicos materiales del minimal.
La inclusión de los animales disecados desestabiliza el sentido de la obra porque ellos nunca van a funcionar asépticamente
como lo haría un material minimalista. El resultado produce extrañeza en el espectador debido a que hay una factura
aséptica de repetición y espacialidad geométrica usando elementos con referencias escatológicas y siniestras.
LA RETROSPECTIVA
Bichos, lombrices, pulgas, sapos, pirañas, entre otras faunas
y muchas flores componen esta gran muestra que se acerca a una retrospectiva.
La muestra está compuesta también por varios tubos de cemento
atravesados por varillas y en diversos materiales que penden del techo, generan crisis y hablan no sólo un lenguaje fálico
aunque tengan nombres de mujeres como Dolores, Remedios, Gloria, Esperanza o Consuelo sino que sugieren abandono, dolor y
ritos funerarios, en fin, una especie de metáfora de país que se aprecia en muchas de sus obras.
La exposición, sin ser cronológica, está montada sobre los 500 metros
cuadrados de una sala sin paneles, sin divisiones ni módulos, donde los 20 años de trabajo de Cardoso se sienten
como la mordida de una piraña o el vuelo tenue de una mariposa. Se aprecia, de hecho, una obra que consiste en un
grupo de pirañas alineadas como un ejército que habla de la ironía del turista que va al Amazonas y quiere
verlo todo así, y también se aprecian mariposas disecadas con vivos colores y en formaciones geométricas llamativas.
Afuera de la gran sala, se podrá ver la más arriba comentada obra,
“Cementerio, jardín vertical”. Criptas inspiradas en el Cementerio Central, donde la violencia y la muerte no
tienen resurrección. Estas flores plásticas tienen la idea de preservar, de no olvidar, de conservar momentos.
No podía faltar su publicitado Circo de las pulgas que viajó con ella al
Instituto Pompidou en el 98.
Tal vez lo que más me llamó la atención de la exposición fue cierta idea que obtuve de ella. Gran parte de las obras
de Cardoso están hechas con objetos que regularmente son considerados como repugnantes: ranas, moscas, lombrices, tusas
de mazorca, pirañas, etc. La magia de la colombiana está en presentarlas de tal forma que demuestran gran belleza armónica
y geométrica.
Una muestra de éso es "sol negro": una bola de icopor incrustada en una varilla de metal. Dicha bola tiene pegada a su
superficie cientos y cientos de moscas disecadas.
Esta idea de hacer de lo feo por convención bello por engaño me parece fabulosa.
Cardoso, a mi modo de ver, ataca las ideas predeterminadas, los juicios acerca de la belleza, y en general, los conceptos
estéticos y, me atrevería a decir, morales y éticos. Hacer un circo de pulgas, por ejemplo, es rendirle homenaje
a algo que sería considerado comúnmente como una quimera, una bagatela.
Esta retrospectiva es una muestra poética, un ensayo filosófico, un compromiso con una vida atípica, individual y personalizada
y un rechazo al estado 'normal' del mundo.
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