Como decía Nietszche, no hablar nunca de sí mismo es una muy refinada hipocrecía, pero qué difícil es analizarse sinceramente.
Yo, de pura verdad, considero que mis intervenciones estuvieron a la altura del compromiso. Siempre intenté hacer aportes
de interés y de reflexión.
Cambiante como la vida, alterné entre filosofía y poesía.
En cuanto al estilo, es evidente que uno se va puliendo con los escritos. Así pues, creo percatarme de que en ocasiones
parezco pretensioso o pedante con lo que digo. Caigo en la tentación de citar a Juanito y a Menganito para darle peso a mis
argumentos. Es evidente que quiero ser apreciado, elogiado por mis compañeros, que digan: "hey! miren a ése todo lo que ha
leído, todo lo que sabe, su cultura...". Es una tentación grande y dificilícimo es guardar la simplicidad y el silencio.
Muchas veces me he preguntado si en la historía no habrán existido personajes enormes, dignos de todos los elogios por
su personalidad y pensamiento, y que, encima de éso, no hayan publicado nada ni sido famosos. Personajes más grandes que los
que llamamos grandes; personajes callados, que superan las ganas de ser conocidos y reconocidos; personajes simples de carne
y hueso, personajes sin leyenda ni publicidad... me pregunto...
Pasarán en vano por el mundo? No valdrán nada en la historia? Si éso es así, entonces la historia y el mundo no son más
que publicidad y palabrería. Sea pues así, pero a mí cómo me gustaría no importarme los reconocimientos a los cuales apunto,
pasar sin problema por debajo de una tarima y no pelearme el primer puesto... ir tanto a caballo como a pie; tanto bajo
la lluvia como bajo el sol... liberarme de las ganas de ser y tan sólo ser, tal vez como ése Diógenes de la época
clásica de los griegos, que según decían, nunca quiso nada como para vender su libertad y despreció profundamente
a los hombres por tanta vanidad.