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"No quiero paz, no hay paz...

quiero mi soledad;

quiero mi corazòn desnudo para tirarlo a la calle;

quiero quedarme sordomudo, que nadie me mire

que yo no mire a nadie

Y que si hay alguien como yo, con asco, que se lo trague."  Jaime Sabines

 

Voy deambulando por la penumbra de un tunel sin luz al final... el tunel es mi recompensa, la

luz mi ceguera. Hambriento, pero hambriento de una otra costilla, imagino luces que no

abrumen la mirada... salgo de mis cuevas... ver la luz duele.. la pupila contraìda... se cierra... se cega.

Al fondo del tunel hay un barril que nunca fue, una leyenda que nunca existiò tal como la pintan los historiadores: Diògenes jamàs viviò dentro de un barril, pues la invenciòn de dicho objeto se le atribuye a los Galos hacia el final del imperio romano, es decir cerca de setecientos años después.

Vivo engañado, pretendiendo saber, sin jamàs conocer.

Erro por las calles de una Atenas destruida, cuyo esplendor se le debiò a esclavos que sumaban màs del triple de los ciudadanos. Voy con una làmpara. Es pleno dìa. Busco un hombre.

 

Camino como arrastrando cadenas, busco la quietud en el movimiento, la inmortalidad en las palabras, la luz en las casas. Hay lenguas de fuego que me codean cada quincuagésimo dìa, a veces inclusive antes, pero nada me salva.

Nada ha de salvarme... digo que nada ha de salvarme porque no hay de qué salvarse en este mundo de salvesequienpueda. Nada, excepto del mundo mismo.

En este mundo sòlo hay cavernas, vacìos inconmesurables que se proyectan hacia todo acimut. Pero a pesar del tono, no hay nada de triste ni de tràgico en ello salvo el caràcter triste y tràgico en todo. La perfecta idea del bien- decìa Antonioni - jamàs a inspirado las cosas magnìficas que han inspirado la maldad o la depravaciòn.

Entonces corrijo: voy arrastrando cadenas que cuanto màs me entristecen màs me humanizan. Es que nadie nunca jamàs podrà ser libre. La libertad es un charco en la mente de una hormiga, o una lechuga sin sal en la de una babosa. Hay que renunciar a la alegrìa, hay que renunciar a la plenitud, hay que renunciar a los asesinos del amor.

Después de la compañìa

Después de la plenitud

Después de la felicidad

viene la soledad... inexorable ... viene.

Los amorosos buscan sabiendo que jamàs han de encontrar... NO ENCUENTRAN, BUSCAN. Asì mismo busque yo sin encontrar: como vìveres que buscan su hambre.

Pues qué hace màs feliz, ser feliz o ser triste?

Qué se siente con màs ìmpetu?

Qué humaniza màs?

Decìa Vespasien, emperador romano: DECET IMPERATOREM STANTEM MORI. (un emperador debe morir de pie) Se me antoja traducirlo como: El verdadero emperador de la felicidad debe serlo también de la tristeza.

CARPE DIEM...

UBI BENE, IBI PATRIA... la patria mìa, donde me siento bien, ha de ser el mundo. Y sòlo lograré llegar a ese estado deseable el dìa en que desee por igual bien y mal, amor y desamor, alegrìa y tristeza. El dìa en que deje de desear y comience a vivir.

Es verano, pleno dìa. Sol en el zénit. Làmpara en mi mano. Busco un hombre.

luigyman@hotmail.com