Este verano tuve la valiosa oportunidad de visitar la extraordinaria colecciòn de arte del Museo Botero en
Bogotà. El museo se encuentra en un hermoso edificio colonial colombiano cuyo estilo es muy caracterìstico de este bello
paìs: un fresco jardìn interior, paredes pulcramente blancas y tejas de barro meticulosamente acomodadas. En este
edifico del Banco de la Repùblica el artista Fernando Botero donò en noviembre del 2000 doscientas ocho obras de su colecciòn
personal, las cuales 85 provienen de artistas de renombre internacional y 123 de su propia producciòn. Me sorprendiò saber
que a tan prestigiosa colecciòn la entrada es completamente libre. Con este gesto Botero demostrò su interés por enriquecer
la educaciòn cultural del pueblo colombiano y por todo aquel que visite Bogotà. La colecciòn de artistas internacionales del
siglo XX es muy rica y variada. Cada una de las obras expuestas fué seleccionada siguiendo los cànones de la sensibiliad del
artista Colombiano. Se pueden admirar cuadros y esculturas de artistas muy variados: Dalì, Mirò, Tamayo, Bacon, Chagall, Picasso,
Tamayo, De Chirico, Degas, etc. Gracias a esta exquisita colecciòn pude descubrir, entre otras obras, el increible hiperrealismo
del pintor neoyorkino Estes Richard cuyo estilo no intenta reproducir academicamente la realidad, sino representar lo
que verìa una càmara fotogràfica. Se trata de logar una representaciòn exageradamente realista de una manera abstracta.
Un mundo a parte son las voluminosas figuras de Botero. Debo confesar que mientras màs observo las obras del artista colombiano màs
me seducen y aterran. Quizà sea por la terrible pesadilla que tuve cuando de niña, al dormir enferma y con fievre, soñé
con hombres hechos de globo que flotaban y me apretaban entre sus fuertes brazos hipertrofiados. Los personages de Botero
son enigmàticos, pareciera que esconden bajo sus rasgos obesos el secreto de una realidad alterna, parece que nos miran como
si nosotros fuésemos las pinturas y ellos los observadores, nos analizan y contemplan nuestras carnes cansadas. La obra
de Botero es provocadora y rica en simbolismo, caracterìsticas que a nivel internacional son el estandarte de una
naciòn que sigue luchando por la paz y la justicia.
El museo Botero es una parada obligatoria para todo aquel que visite Bogotà. Gracias a este museo Colombia tiene un atractivo
cultural màs que ofrecer a la humanidad. Dar la promociòn a este tipo de colecciones a nivel mundial es un esfuerzo para que
no se asocie màs el nombre de Colombia con el estigma de la violencia y de la cultura de la coca, fragmentos de la
realidad increiblemente compleja. Cuando a Botero se le cuestionò sobre el objetivo de la colecciòn el argumentò lo siguiente:
"precisamente porque nuestra patria está acosada por la violencia es que esta colección debe quedar aquí. A la barbarie hay
que oponer la civilización; a la violencia la cultura; a la intolerancia debemos oponer el arte, porque el arte no es un capricho
que adorna una sociedad, sino una necesidad espiritual que debe ser compartida con entusiasmo". El arte es producto
de la imaginaciòn y bien dijo Einstein "la imaginaciòn es màs importante que el conocimiento".
(P.d: Los exhorto a seguir nutriendo a Ekklesia con sus aportes, las vacaciones ya terminaron!)